"Jalito", un café colmado de arte bohemio

A pesar de contar con poco más de un año en funcionamiento, Jalito Bar se ha convertido en un referente del ambiente artístico, ofreciendo exposiciones, recitales y lectura de poesías. Su dueño es conocido por todos como el "Turco", quien habla sobre la evolución del lugar hasta convertirse en un cálido e inspirador café urbano

Rafaela 17 de diciembre de 2016 Esteban Ruiz Esteban Ruiz
Jalito

Podría decirse que la verdadera grandeza reside en las pequeñas cosas, y es que a pesar de su reducido espacio, Jalito es todo un universo cultural. Ubicado en pleno centro de Rafaela, al poco tiempo de abrir sus puertas se convirtió en el sitio predilecto del ambiente artístico local que lo adoptó como su segunda casa. 

"Desde un principio la idea era formar un lugar cálido, no solo un simple café o bar. Todos ayudaron en la ambientación, desde la familia hasta los amigos, y continúan haciéndolo porque es un sitio cambiante que busca sorprender todos los días", explica su dueño, develando el por qué del nombre Jalito. "Así era llamado mi padre, quien era una persona que disfrutaba de compartir con los amigos y eso es lo que tratamos de fomentar acá". 

Jalito
Libretas inspiradoras esparcidas por las mesas

"Tiempo de café y amigos", reza la frase que acompaña al nombre principal, aunque también hay espacio para la inspiración individual. "Al principio veíamos como las personas dibujaban y escribían frases en servilletas y las dejaban en la mesa, entonces pusimos libretas para que puedan expresarse allí y otros puedan verlo. Algunas se convierten en obras que invitan a los demás a continuarlas, haciéndolo aun más valioso".

En Jalito, los pequeños detalles sorprenden por sus motivos y hasta los posavasos tienen su historia. "Son réplicas de los mosaicos que hacía mi padre. Es un trabajo artesanal que fue perdiendo demanda y se hizo cada vez más difícil de sostener, aunque todavía hay muchas casas que tienen esos mismos pisos".

Jalito
Posavasos con motivos de mosaicos artesanales

También hay un espacio reservado a la lectura, tanto en voz alta como de manera personal. Una pequeña biblioteca llena de libros descansa en un rincón esperando que alguien se acerque a curiosearla, ofreciendo textos clásicos y contemporáneos, muchos donados por la gente. "Fue la primera actividad cultural que organizamos y a partir de ahí se fueron sumando otras ramas del arte. El lugar está abierto a todo aquel que quiera exponer, lo que nos permite ofrecer una ambientación diferente todos los meses, además de ayudar a difundir el trabajo de la gente", explica el Turco. 

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Exposición de pinturas de Luli Itsu

La inspiración parece apoderarse de los visitantes, que al entrar al lugar pueden percibir el suave aroma a sahumerio que condimenta el aire, por lo que luego de ordenar un café, algunos deciden ponerse a plasmar las ideas que se mezclan con el retumbante sonido del tránsito céntrico. Así es como surgen obras que se conservan en la biblioteca del bar, y por qué no, formar parte de un futuro libro. 

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Libretas inspiradoras 

 "Volvía a mi lectura cuando llegó el Turco con el cortado humeante y espumoso. Aparté el libro para hacer lugar en la mesa y comencé el viejo ritual de los sobrecitos de azúcar y la cucharita bailando dentro del pocillito de vidrio". Firmado por Cachi Pruvost, frases como estas son testimonio de algún poeta improvisado y pueden verse tanto en las mesas como en los pizarrones que anuncian el menú del día, solo que en este caso, además de la cuenta y la propina, nunca está demás dejar un pensamiento antes de salir. 

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