Opinión Darío Schueri 01 de mayo de 2016

Los desafíos políticos en una provincia devastada por "el niño"

El Gobernador Miguel Lifschitz dejó en claro, directa e indirectamente, que no está dispuesto a que nadie le dibuje el tablero de gobierno.

Que vio el Presidente Macri desde el helicóptero el sábado pasado cuando sobrevoló algunas hectáreas del Departamento Castellanos?. Seguramente en ése momento (ahora el panorama físico está cambiando con el cese de las lluvias) la misma postal que se repetía patéticamente – y en muchos casos peor aún-  en el resto de los Departamentos de la Provincia: un espectral estero que cubría miles de Has de soja que estaba en inigualables condiciones para ser cosechada.

También yacían metafóricamente bajo las aguas el maíz de segunda, alfalfares, y hacienda que en algunos casos terminó muriendo, pero por sobre todas las cosas, los casi treinta días de lluvias ininterrumpidas (fenómeno inusual que no recuerdan los pobladores más viejos) pudrieron – como las plantas - las esperanzas de los productores que esperaban una linda cosecha de soja – el maíz también pinta con buenos precios – para encarar el año del ajuste de un gobierno al que votaron masivamente.

Los ganaderos se ilusionaban con los buenos precios de la hacienda que pastaba en esos campos, hoy convertidos en inmensos bañados.

Mientras los tamberos que pugnaban por un par de centavos más para no terminar de fundirse recibieron el sablazo definitivo. Ya nadie piensa en esos céntimos por los que peleaban hasta el 1º de abril (momento en que comenzó el diluvio); con la escasez de leche que habrá el precio se duplicará, pero será solo un espejismo, porque ésa leche no podrán producirla. No habrá alfalfas ni reservas para el crudo invierno que se avecina.

En medio de la desesperanza (un sentimiento más humillante moralmente que la desesperación) los productores musitaban, y repiten aún, mecánicamente la necesidad de una “inmediata ayuda” de los gobiernos.

La pregunta hereje sería: ¿para subsidiar las pérdidas, o para financiarlas?. ¿Debe el Estado subsidiar las pérdidas de un sector, por más dinamizador de la economía que fuere, o tiene sólo la obligación de atenderlos para reincorporarse y volver a producir?. ¿No son acaso las pérdidas – y las ganancias -  el resultado del riesgo empresario?.

El Ministro de la Producción Luis Contigiani reflexiona sobre el “interés público” versus el “interés privado” que califica teóricamente como una “pelea dialéctica”, pero que va mucho más allá en los contenidos institucionales, y pasa a formar parte de las decisiones políticas trascendentales de los gobiernos.

En buen romance, Contigiani cree que el Estado no puede ni debe estar ausente en casos como éstos: “la vida política no pasa solo por el Código Civil, hay un interés público muy superior y cuando el Estado interviene tiene que hacerlo bien; “acá se estaría interviniendo para salvar empresas agropecuarias que están en quebranto bajo las razones de sostener a los agricultores y por ende a los pueblos del interior, su movilidad económica y riqueza regional”, rematando con el hecho fáctico de que “el campo en los últimos doce años a quince años hizo un aporte fabuloso al Estado con las retenciones e impuestos, y hoy tiene el derecho de interpelar al Estado para que lo socorra en esta circunstancia aciaga”.

Se habla de cifras, casi a tontas y a locas cuando aún no se hicieron las constataciones definitivas. Treinta mil millones de pesos (casi la mitad del presupuesto provincial). Según estimaciones de CARSFE, en la provincia de Santa Fe las pérdidas económicas por exceso hídrico rondarían los U$S 2700 millones. Solo en agricultura las pérdidas llegarán a superar los U$S 1000 millones, en tanto en lechería y ganadería bovina las pérdidas rondan los U$S 700 millones por cada actividad.

¿Cómo se hace llegar a cada uno de los productores damnificados el resarcimiento?. ¿Y el comercio, que según FECECO tiene mermas de hasta un 30% que algunos centros comerciales la elevan hasta el 50%; y los servicios, y las industrias del interior anegado?. ¿No merecerían también un tratamiento similar?.

El Ministro de Agroindustria Ricardo Buryaile bajó a la Provincia para anunciar lo que por lo visto tiene pensado hacer en lo inmediato, y por un tiempo el gobierno nacional: las prórrogas impositivas previstas en ocasiones de emergencia y desastre; y en el aspecto financiero se va a disponer de prórrogas en los vencimientos de las deudas con el Banco Nación con bonificación en la tasa del 25 por ciento para “emergencia” y 50 por ciento en el caso de “desastre”. Advertirán que se habla de “financiamiento”, no de subsidios. Si no hay por lo menos un período de gracia. En la reunión llevada a cabo en CARSFE el viernes pasado se acordó con los representantes de las demás Provincias afectadas pedirle al Presidente Macri la emisión de un bono por 5000 millones de dólares para hacer frente al fenómeno climático.

Lo ocurrido no fue una catástrofe natural como un tornado o un terremoto, que se concentra en un radio accesible y relativamente fácil de cuantificar. Según los informes, en la pampa húmeda hay 7.122.018 de hectáreas inundadas, y la provincia con la mayor superficie inundada es Santa Fe, con 3.263.465 de hectáreas. En segundo término se encuentra Entre Ríos, con 1.642.507, y en tercer lugar aparece Córdoba, con 1.509.997. Entre las mayores productoras agrícolas Buenos Aires es la menos inundada: tiene 706.049 hectáreas en esa condición.

Inauguración con navegador calibrado.

El Gobernador Miguel Lifschitz inauguró las sesiones de la legislatura con muchos mensajes encriptados y definiciones categóricas para los tiempos que se vienen, a la vez que confirmó ítems que adelantamos en esta columna hace varias semanas.

Por ejemplo señaló la necesidad de una reforma política y electoral ergo: la reforma de la Constitución) apelando al desafío de “lograr lo que no pudieron lograr otros gobernadores” (¿Binner – Bonfatti y también Jorge Obeid?). Apeló a una “renovación” y “modrnización” de la Constitución justo en el día (ayer domingo) en que se cumplían a63 años de la sanción en esta capital de la actual Constitución Nacional.

Pidió una Constitución “para los próximos 50 años”, para lo cual pretende formar un “espacio de análisis” (creación de una Comisión tal como escribiéramos) cuyas conversaciones, dijo, “comenzarán la semana que viene”; aclarando que “no tenemos plazos ni urgencias”.

Sabedor de lo que se venía, hace una semana apareció curiosamente el diputado Rubén Galassi, uno de los hombres fuertes del socialismo (futuro secretario adjunto de la Junta Provincial) a plantear su punto de vista sobre la cuestión, señalando que es necesario reformar la Constitución, pero advierte sobre el momento: “La oportunidad política de una reforma constitucional en Santa Fe hay que pensarla para los años no electorales, en los tiempos de elecciones se mezclan las cosas. El año próximo habrá elecciones nacionales y no veo sencillo votar constituyentes en el mismo momento”, delineó el ex Primer Ministro de Antonio Bonfatti.

Lifschitz hizo mención a lo que detallamos en estas páginas hace un mes atrás, además de la reforma constitucional: código electoral y tecnología en procesos electorales.

También habló del pedido de endeudamiento para afrontar la catástrofe climática (no lo dijo pero adelantamos que será de 700 millones de dólares) que sumarían a los 800 millones de pesos ya destinados para la reparación de caminos, tarea que comenzará de inmediato.

En todo momento ponderó los anuncios del gobierno nacional para con la Provincia, (narcotráfico, obras) pero de inmediato aclaró que mientras se cristalizan esas promesas, la Provincia comienza con fondos propios. “Hemos logrado hacer bajar a la Provincia a la Vicepresidente Gabriela Michetti y al Presidente Mauricio Macri”, anotó delante del intendente de Santa Fe José Corral, gestionador oficial en nombre del gobierno nacional de los anuncios y visitas para nuestra Provincia.

Además de una Ley de Educación (el diputado radical Alejandro Boscarol acaba de presentar un proyecto), anunció una nueva Ley de Samcos (la actual es del año 1967).

Y le hizo un guiño al movimiento obrero que el pasado viernes se movilizó masivamente en Capital Federal para alambrarle el terreno a Macri: “no hay política exterior ni económica exitosa si el trabajo no es una prioridad”, coincidió.

No fue un discurso inaugural más. Tuvo un alto voltaje político y de organigrama de gestión. Dejó en claro, directa e indirectamente, que no está dispuesto a que nadie le dibuje el tablero de gobierno.

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