Domingo Giorgis, cien años de una vida ejemplar

A pesar de haber cumplido cien años, Domingo no demuestra sentirse agobiado por el paso del tiempo. Por el contrario, continúa con las actividades que más le gusta, como afilar cuchillas, hornear galletas y cebar unos ricos mates bien dulces, todo con una admirable paciencia que resume el por qué de su larga vida

Región 13 de diciembre de 2016 Esteban Ruiz Esteban Ruiz
Domingo Giorgis

Pocos habrían imaginado que Domingo Giorgis, nacido en Colonia Raquel un 28 de agosto de 1916, no hubiese parado de cumplir años hasta el día de hoy. La mayoría de las personas bromean con la idea de llegar a los cien años de vida, y quien se imagina alcanzando esa edad nunca pensaría en lograrlo con tanta lucidez y capacidad como don Domingo.

Bien acompañado en su casa de Humberto 1º, invita a tomar unos mates dulces a quien se acerque a visitarlo, cebados por él mismo con un metodismo admirable, ya que el mate lo ha seguido durante toda su vida más que cualquier otra cosa. Prueba de ello es una foto que conserva en el aparador, en la que se lo ve cebando mates en el servicio militar, aunque debía pagar 20 centavos por cada pava de agua caliente.  

Domingo Giorgis
Domingo Giorgis (izquierda) cebando mates en el servicio militar

"Los domingos nos daban el día para descansar y aprovechábamos a tomar mates, el resto de la semana no había tiempo para distenderse, incluso cuando lavábamos la ropa, teníamos que quedarnos junto al tendedero hasta que secara, no le podíamos quitar la vista", recuerda Giorgis sobre sus años de servicio militar en Diamante, provincia de Entre Ríos. 

Pero el ejército no era muy distinto a la vida cotidiana en aquella época. A los cuatro años, Domingo se trasladó a la localidad de San Guillermo, donde realizó sus estudios primarios y aprendió todo tipo de trabajos. Había que atender el campo y no había restricciones de edad laboral como ahora, los niños trabajaban a la par de los adultos. 

Domingo Giorgis
Domingo Giorgis continúa trabajando como afilador en el taller de su casa

"Hacíamos un poco de todo; ordeñábamos, amasábamos el pan, cuidábamos la hacienda y los animales de granja, cosechábamos y trabajábamos el metal. Luego había que salir a repartir lo producido por caminos de tierra y barro, muchas veces bajo lluvia y todo en un carro tirado por varios caballos. Desde San Guillermo llevábamos la leche hasta Curupaity, donde pasaba el tren y cargaba la producción que iba hacia Sunchales o Rafaela. A veces se podía ver como Eva Perón iba tirando ropa por la ventanilla y los chicos se agolpaban para atrapar una prenda" 

Domingo Giorgis
Domingo cebando unos mates dulces junto a sus masitas de amoniaco 

Luego de pasar su juventud en San Guillermo, llegó el turno de hacerse hombre en el ejército y volver a su natal Colonia Raquel, donde la actividad rural demandaba mucha dedicación. Tanto es así que tuvo la oportunidad de integrar la lista ganadora en las elecciones comunales, pero eso significaba tener que desatender el campo para ocuparse de la administración pública.

"Estuvimos cuatro años a cargo de la Comuna (1960 - 1963). Yo no tenía un cargo específico, simplemente me pasaban a buscar y colaboraba en lo que sea. Pero queríamos salir de la comisión porque estábamos demasiado ocupados en otras cosas, entonces decíamos: ¡Pueda ser que esta vez perdamos!". 

Domingo Giorgis
Casamiento de Elia Rivolta y Domingo Giorgis

Giorgis tenía más de una razón para no descuidar su hogar. Había encontrado a la compañera de su vida, Elia, y debía cuidar de sus tres hijos, Elda, Oscar y Ethel. Único hijo varón y con cinco hermanas, Domingo continuaba el linaje que se originaba a partir de la llegada de sus abuelos desde el lejano Piamonte. Pero así como los hijos se dispersan, él también decidió cambiar de rumbo aunque no se fue tan lejos, solo se mudó al vecino Humberto 1º y dejó el campo de sus ancestros en manos de inquilinos. 

Domingo Giorgis
Domingo interpretando a un mozo italiano en Humberto 1º

En su nuevo hogar cuidó a su esposa hasta el último día, habiendo transcurrido ya un cuarto de siglo sin ella luego de 45 años de casados. Actualmente lo acompañan sus dos hijas, Elda y Ethel, además de su cuidadora personal, Mirtha, aunque no necesita demasiada atención. "La gente le sigue trayendo cuchillos y sierras para afilar, él lo hace por gusto y casi que no cobra por ello. Tiene una paciencia realmente contagiosa, uno lo ve afilando uno por uno los dientes de los serruchos y se pregunta como hace para no perder la calma", comenta Mirtha.   

Su pequeño taller de patio está repleto de herramientas, algunas un tanto extrañas y cubiertas por el óxido. Con ellas también realiza artesanías de metal y otros materiales duros, manteniéndose activo y satisfecho, cosa que se nota en su expresión como si el trabajo fuera lo que más alegrías le ha traído a su larga vida.    

Domingo Giorgis
Domingo Giorgis en su taller

"A pesar de su edad hace todo él solo, casi no necesita ayuda. Se prepara mates, trabaja en el taller, cocina galletas de amoniaco y hasta no hace mucho se ocupaba de la huerta", comentan sus hijas, quienes le organizaron un festejo muy íntimo por el cumpleaños número cien como lo solicitó su padre. 

Domingo no ha perdido ni un poco el sentido del humor y disfruta esta nueva y centenaria etapa para reírse de las ironías de la vida. "Ya no hago huerta porque se gasta la pala", cometa entre risas, además de tener la respuesta para llegar a su envidiable edad: "Es fácil, muy fácil, solo tenés que seguirme a mí". 

Domingo Giorgis
Domingo junto a sus hijas, Elda y Ethel Giorgis

 

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