Refugiados sirios: "En Uruguay no se puede vivir bien"

Traídos en 2014, los 44 refugiados iniciales estuvieron lejos de llenar las expectativas de las autoridades. Tan así es que parece descartada la idea de recibir a un segundo contingente de 72 sirios.

Internacional 19 de abril de 2016 Esteban Ruiz Esteban Ruiz

Problemas laborales en especial, dado que los refugiados mostraron una capacidad de conservar sus trabajos inferior a la prevista. Así, lejos quedaron las optimistas previsiones de Javier Miranda, quien como secretario de la Dirección de Derechos Humanos estuvo entre los principales responsables de la selección de las familias dispuestas a emigrar. Miranda, hoy candidato a presidir el Frente Amplio, había vaticinado una fácil inserción de los recién llegados de acuerdo a las entrevistas que él mismo les hiciera dos años atrás en el Líbano.

Que no fue fácil lo demostró la manifestación que las familias sirias hicieron en la plaza Independencia, ante la Torre Ejecutiva, en los días más crudos del último invierno. Allí reclamaron ruidosamente una mayor asistencia del gobierno en medio de expresiones de descontento sobre la realidad que encontraron al llegar, la que según dijeron no se correspondía con lo prometido. Fue entonces que declararon que "en Uruguay se vive mal, se pasa hambre, falta seguridad y no hay futuro".

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En ese momento, los sirios querían obtener un salvoconducto para salir de Montevideo rumbo a Alemania, país que por aquellos días se convertía en el máximo lugar de asilo para los desplazados por la guerra en Medio Oriente. Finalmente hubo un acuerdo con ellos, la manifestación se levantó y las familias fueron dispersadas en distintos puntos del país con una mejora en las ayudas económicas. Sin embargo, los problemas continuaron entre anuncios de violencia doméstica, dificultades de los mayores para aprender el idioma español y repetidos pedidos para cambiar de trabajo.

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