En aislamiento se duerme más pero la enemiga es la luz mala de las pantallas
El investigador del Conicet, Diego Golombek, asegura que en la actual crisis sanitaria "nos estamos volviendo más nocturnos y se alteran las rutinas del reloj biológico"
Si uno googlea "Diego Golombek" en internet, la primera entrada que aparece es en Wikipedia. Doctor en Ciencias Biológicas, divulgador científico, experto en cronobiología, profesor de la Universidad Nacional de Quilmes e investigador superior del Conicet. Y lleva largo rato terminar su currículum: dos Premios Konex, uno Bernardo Houssay y al menos una quincena de libros y publicaciones académicas destacadas. Conocido por su ciclo televisivo "Proyecto G" dedicado a la divulgación de las ciencias, en el último tiempo dedicó sus investigaciones a cómo son los mecanismos del sueño y de qué manera duermen, para bien o para mal, los argentinos.
Y claro: llegó la pandemia del Covid-19, los confinamientos, las rutinas que se alteraron y los hábitos humanos que se fueron reconfigurando. El sueño -el descanso- como parte esencial de la vida no quedó al margen de este proceso. Pasaron cosas comienza explicando Golombek:
Hicimos una investigación extensa sobre el efecto de la pandemia y la cuarentena sobre el sueño. Lo que encontramos es que dormimos más, casi una hora más. Lo cual en principio es algo muy bueno, porque los argentinos veníamos durmiendo muy poco, bastante menos que las 7 horas diarias recomendadas para adultos.
El otro cambio que se está advirtiendo en la forma en que descansan los argentinos es que el sueño es más estable, lo cual también podría ser algo bueno en principio. Una indicación para el buen dormir es que el sueño sea justamente estable en cuanto a las horas de acostarse y despertarse todos los días de semana y los fines de semana.
Pero aparece la conjunción adversativa, el "pero". el investigador explica
Esto, que en principio parece algo positivo, es a expensas de dos cosas: primero, que todo se hace mucho más tarde. Nos despertamos más tarde y nos acostamos mucho más tarde. Con lo cual nos vamos volviendo más nocturnos, cuando en realidad el sueño debe ser un fenómeno consolidado como eminentemente nocturno. Es decir, la gente está despierta en horas en que se debiera estar durmiendo, de noche.
Con esa nocturnidad más presente en la vida de las personas, añade
nos exponemos menos a la luz solar natural de la mañana, que es necesaria para poner en hora nuestro reloj biológico. Y nos exponemos más a la 'luz mala', la luz de las pantallas, la luz nocturna. Hay otra variable analizada y central: la calidad de ese descanso: no dormimos bien: la calidad del sueño no mejoró por más que haya aumentado la cantidad de horas de sueño.
El enemigo, el amigo y esa luz no inocente
-¿En qué medida afectan la incertidumbre y la ansiedad (generadas por la pandemia) en el sueño de los argentinos?
-El enemigo número uno del sueño -y el mejor amigo del insomnio- es el estrés, e incluso la ansiedad, en cualquier situación. En este momento de pandemia, claramente estamos viviendo tiempos de incertidumbre que generan ansiedad. Con lo cual es lógico que la calidad del sueño se vea comprometida. Es algo que estamos viendo en este momento y así lo demuestran diversas encuestas.
-Con el aislamiento, hay un uso y un abuso de los celulares y de las pantallas. Ud. trabajó mucho en cómo impacta la luz eléctrica en la visión y en la incidencia de dormir mal. ¿Cómo está viendo ahora este fenómeno, con la pandemia a cuestas?
-La luz de las pantallas led de los celulares, de las tablets, de la televisión, no es una luz inocente. Es de un color azulado, azulino: tiende hacia el azul, que es el color que más estimula el reloj biológico. Por lo tanto, esa luz le está diciendo -en su uso nocturno- a nuestro reloj biológico que todavía es de día, que "siga de largo", que le robe horas a la noche. Con lo cual esa "luz mala" nos comprime la noche, dormimos "en baja calidad" y nos retrasa el horario de nuestro reloj biológico.
En este momento, con una falta de rutinas bastante acuciante para gran parte de la población debido a la situación de aislamiento, de quedarse más en casa, esto es algo que se ve exagerado. Hay tener cuidado: debiéramos tender a desterrar las pantallas del dormitorio. ¿Es algo imposible? Bueno, si es imposible, al menos limitemos el uso de esas pantallas en los dormitorios.
-Ud. habló alguna vez de la "higiene del sueño". ¿En qué consiste esta técnica antes de llegar a alguna medicación para poder dormir?
-La "higiene del sueño" refiere a una serie de pasos muy relacionados con el sentido común que tienen como misión un mejor dormir. Esto es: acostarse a una hora y despertarse a otra hora con regularidad; dormir una cantidad de horas razonable y en el horario razonable; dormir en un lugar oscuro y silencioso, templado; relajarse antes de descansar; separar el horario de la cena con el del sueño, y cenar liviano. Toda una serie de pasos que insisto, son del sentido común; pero que si las pusiéramos en marcha es muy posible que podamos dormir un poco mejor, antes de llegar a una medicación (que siempre debe ser prescripta por un médico, vale aclarar).
-Hay estudios que advierten que aumentó el consumo de alcohol y ansiolíticos con la pandemia. ¿En qué incide esto en la dinámica de cómo dormimos?
-El sueño no es un proceso homogéneo durante la noche, sino que tiene una "arquitectura". Pasan cosas durante la noche; no es que nos "apagamos", sino que vamos "generando" distintas cosas de las 7 u 8 horas en que estamos durmiendo. Esa arquitectura del sueño se ve muy modificada si es inducida por alcohol o medicamentos: afecta el sueño natural.
Por lo tanto, si efectivamente aumentó el consumo de alcohol y ansiolíticos en gran parte de la población durante la pandemia, no será el sueño normal -natural- el que estamos durmiendo, sobre todo con el alcohol. Aclaro que en el caso de los ansiolíticos, son psicofármacos para un uso determinado que siempre deben ser recetados y utilizados con cuidado. Si un paciente los necesita, deberá tomarlos bajo prescripción medica, pero recordando que no es el sueño más normal de todos.
Producción onírica
-Se está hablando (desde el psicoanálisis) de que con la pandemia, hay más "producción onírica" en la gente. El subconsciente es como un espejo refractario de viejos recuerdos, acaso de traumas de la infancia o la adolescencia; reaparecen viejos amores y relaciones afectivas. ¿Esto es así? ¿Es algo que se está analizando?
-En cuanto a los sueños, mucha gente está relatando que sueña mucho más, y que sueña cosas raras. Respecto de soñar mucho más, se podría explicar así: la gente sueña de 4 a 5 veces por noche. El último período de sueños es el que está muy cercano al horario de despertar; es el llamado período REM, que está próximo al momento en que nos estamos por levantar
Pero si ahora estamos corriendo el horario de (despertarnos) hacia más tarde (porque nos acostamos más tarde y nos volvemos más nocturnos), es posible que ese último período de sueño sea más largo, y en general es el último y el único que recordamos. Eso explicaría el por qué nos parece que estamos soñando más.
Con respecto al contenido, hay muy poco aún que podamos decir desde la ciencia referido al contenido de los sueños (en tiempos de pandemia). Pero nuevamente: si estamos viviendo una época de mucha incertidumbre y ansiedad, acaso de miedo, todo esto también se traslada a ese contenido de los sueños, contenidos que rememoran lo que estamos viviendo, lo resignifican, lo esconden o lo disfrazan. Así se podría explicar la cantidad y calidad de los sueños por estos fenómenos.
Fuente: El Litoral - Luciano Andreychuk
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